Hagamos un análisis de nuestra situación. Por un lado, hay la posibilidad de una guerra. Y, por el otro, viene un endurecimiento monetario. La volatilidad no es accidental. Los inversores están preocupados. ¿Qué está sucediendo?
Los mercados están experimentando mucha volatilidad debido a la incertidumbre proveniente de varios frentes. Por un lado, tenemos el riesgo de un conflicto militar entre Ucrania y Rusia. Por otro lado, tenemos un eventual cambio de la política monetaria por parte de la Reserva Federal de los Estados Unidos. Obvio que todo esto influye en el sentimiento de los inversores. Y los mercados reflejan eso con acentuadas fluctuaciones. Hagamos un análisis de la situación.
En primer lugar, lamento decir que una guerra no siempre es negativa para los mercados. Es, indudablemente, una tragedia humana. Pero en lo que respecta a los mercados, una guerra es significativa en la medida que perjudique algún interés económico. En el caso de una posible guerra entre Ucrania y Rusia, el precio del petróleo podría verse afectado. Porque Rusia es un proveedor importante para Europa. Esa relación comercial podría ser utilizada como un arma por cualquiera de los dos bandos. No obstante, esa medida se podría esperar más de Putin como un mecanismo de presión. Alemania es la más comprometida en este caso. Lo que podría explicar la tímida reacción de Alemania ante el meollo. Es decir, tenemos el peligro de una ruptura del suministro de petróleo y algunas materias primas de Rusia hacia Europa.
Ahora bien, un conflicto de este tipo es primeramente un gran teatro. Podríamos asumir que la prioridad de Putin es mostrarse fuerte. Necesita, por supuesto, controlar la narrativa: Rusia es fuerte. Occidente es débil. Algo que no es muy difícil de vender. Porque las democracias liberales siempre lucen más lentas y torpes en apariencia que un gobierno de mano dura como el que tiene Moscú. Europa no es la orquesta más afinada de todas. Y Biden tampoco está en su mejor momento. Es decir, tomar decisiones conjuntas no será fácil. Putin, sin embargo, tiene la gran ventaja de ser el adorado “hombre fuerte” de su nación. Se hace lo que él dice y punto. Se podría repetir la historia de Crimea. O sea, los tanques cruzando las fronteras, cohetes volando por los cielos y todo lo demás. O, podríamos tener un conflicto repleto de ciberataques y subversión. Lo que sí tenemos ya es una formación de combate extraordinaria en las fronteras. Es posible que para Putin resulte muy conveniente mantenerse en esa zona gris entre la paz y la guerra por más tiempo. De esta forma, crea un suspenso bastante dramático. De todos modos, todos están moviendo sus piezas.
¿Cuál es el problema? Bueno, disputas territoriales, viejas heridas por Crimea, la mano de Rusia en la política interna, y el posible ingreso de Ucrania en la OTAN. Debemos recordar que el Mar Negro es un lugar estratégico. ¿Se trata de la Tercera Mundial? En realidad, no. ¿Es un conflicto que causará el colapso de los mercados? Probablemente, no. No obstante, se trata de una piedra en el zapato que podría contribuir a la volatilidad de los mercados. Aquí no quiero decir que el conflicto no podría escalar. Claro que las cosas siempre pueden ir de mal a peor. Pero, por el momento, sopesamos la situación con la información que tenemos a la mano.
La Reserva Federal (la Fed) es un animal completamente distinto. Lo primero que se debe señalar es que la economía real no justifica semejantes valoraciones. Se entiende perfectamente que los mercados han sido inflados artificialmente. Me estoy refiriendo, por supuesto, al mercado de capitales. Mejor dicho, la Fed es el amo y señor de los mercados en este momento. Las inyecciones de liquidez son las responsables directas del boom.
¿Cómo funciona el asunto? La Fed es el principal acreedor del mundo. Y tenemos un sistema inundado de crédito. Hablo de créditos bancarios. Y hablo del mercado de bonos soberanos y corporativos. En otras palabras, este es un mercado alcista impulsado principalmente por el dinero de los estímulos. En semejante situación, la producción de bienes y servicios pasa a un segundo plano. Es decir, el dinero cae del cielo como una lluvia de verano. En consecuencia, el precio de los activos se eleva como la espuma.
Ahora la Fed se está preparando para parar la lluvia debido a un evidente y peligroso sobrecalentamiento económico. Eso implica que la lluvia ya no más. Estamos entrando en el doloroso proceso de retirar liquidez del sistema para evitar un estancamiento económico. Lo que tiene consecuencias no muy favorables para los mercados bursátiles.
Nos guste o no, los primeros perjudicados en esta nueva etapa son los activos que más se beneficiaron durante el boom. Palabras más, palabras menos, los mercados más especulativos. Estamos hablando particularmente del sector crecimiento. La palabra “crecimiento” se utiliza aquí para simplemente decir de un modo elegante que los fundamentales no justifican tales valoraciones. Lo que supuestamente están viendo los inversores es una proyección de ventas futuras. Pero bien sabemos que se trata de suposiciones. Son meras especulaciones. Lo que realmente se está valorando en un potencial. Obvio que una promesa no es lo mismo que un resultado concreto. Por esa razón, los inversores se están retirando del sector crecimiento para refugiarse en el sector valor. El sector valor tiene queso en su tostada.
La política monetaria se encuentra estrechamente ligada al precio de los bienes, servicios y activos financieros. En este sentido, para el mundo de las inversiones, las decisiones de la Fed son mucho más importantes que los acontecimientos en Ucrania. Ahora bien, un cambio de política monetaria no es el fin del mundo. De hecho, es normal. Esto es lo que normalmente se conoce como ciclos financieros. Hay ciclos alcistas y ciclos bajistas. Los ciclos alcistas se caracterizan por una elevada cantidad de crédito y especulación. Y los ciclos bajistas se caracterizan por la depreciación de los activos y un peso crediticio considerable en los hombros de la sociedad.
¿Qué es Bitcoin? Bitcoin, queridos amigos, es un código en una red de computadoras. Este código representa una tasa de cambio. Dicha tasa es parte de un pacto social dentro de una comunidad de usuarios cada vez mayor. Pero Bitcoin no se come. En otras palabras, no cuenta con valor intrínseco. Es un medio de intercambio. Su valor es monetario. O sea, no es un instrumento de “creación de riquezas”.
Una granja es un instrumento de “creación de riquezas”. Bitcoin es un instrumento de “transferencia de riquezas”. Mejor dicho, es un activo sumamente sensible a los factores macroeconómicos, como lo ha demostrado la evidencia a la perfección. Bitcoin no se sostiene solo. Depende en gran medida de su entorno. Comenzamos el año con bastante turbulencia, porque el sistema de precios está experimentado una fuerte sacudida con el viraje en lo monetario que nos espera. Eso explica el nerviosismo. Y un nerviosismo que se traduce en los mercados como volatilidad.