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“Cada hombre debe tener derecho a elegir su destino.” – Bob Marley

Decidir es un acto que requiere voluntad y libertad. Toda decisión trae aparejada una pérdida, ya de la toma de decisiones requiere soltar o dejar las alternativas que descartamos. A veces, además, como en el caso del náufrago decidir supone atravesar el dolor de la pérdida.

El costado emocional en la toma de decisiones

Toda decisión representa una ruptura en el fluir de los acontecimientos de nuestra vida. La decisión nos “despierta”, nos saca de la rutina. Cuando nos enfrentamos a una decisión nos hacemos responsables y dejamos de darnos explicaciones “tranquilizadoras”. En una explicación tranquilizadora, del tipo “yo soy así” o “así son las cosas”, ponemos el foco de la responsabilidad en factores externos.

Decidir también requiere distinguir, es decir que se necesita tener criterios para mirar y lograr diferenciar el fondo de la forma. Usamos la expresión “darse cuenta” cuando hablamos de advertir algo, pero además darse cuenta es rendirse cuentas a uno mismo. Y para distinguir, necesito distinciones, es decir estándares o criterios para mirar, oír o sentir.

Por supuesto que casi en todo momento estamos evaluando alternativas, pero no todas las decisiones suponen un verdadero cambio en nuestra vida. Estas decisiones trascendentes trazan una divisoria entre el presente y el futuro posible.

De  alguna manera decidir es una forma de despertar y reconectarnos con nuestra experiencia, pero ahora con un curso diferente. Cada ruptura o quiebre gatilla emociones. Y a su vez, las emociones nos predisponen de formas diferentes para la acción, es decir para la decisión. No es lo mismo una decisión que se realiza desde el miedo que una que se toma desde la aceptación.

Los componentes del proceso decisorio son al menos tres:

Un objetivo claro

El primero de ellos es el objetivo. El diálogo entre Alicia y el Gato de Cheshire, en Alicia en el país de las Maravillas de Lewis Carroll ilustra la importancia de tener un objetivo claro cuando tomamos una decisión.

_ Minino de Cheshire, ¿podrías decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir de aquí?

_ Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar – dijo el Gato.

_ No me importa mucho el sitio – dijo Alicia.

_ Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes – dijo el Gato.

_ … siempre que llegue a alguna parte – añadió Alicia como explicación.

_ ¡Oh, siempre llegarás a alguna parte – aseguró el Gato- , si caminas lo suficiente!

Cuando tomamos decisiones importantes es necesario tener en claro el objetivo. Un objetivo claro me permite evaluar el resultado. La pregunta que puede orientarme es ¿para qué quiero tomar esta decisión?

Estándares definidos

Un segundo componente clave son los criterios de decisión. Nos preguntamos ¿qué estándares debe cumplir la decisión para que sea satisfactoria?

Podemos diferenciar dos tipos de criterios de decisión: el criterio de necesidad y el de deseabilidad. Lo necesario es vital, es prioritario en tanto que si no está presente, el propósito de la decisión no se logra. El criterio de lo deseable es menos riguroso. Pueden o no cumplirse los deseos y el objetivo se alcanza de todos modos.

Por ejemplo, si el objetivo al que quiero llegar con mi decisión es hacer un cambio en mi carrera, es necesario realizar cursos de especialización en la materia y vincularme con personas que estén relacionadas con el ambiente de mi nueva profesión y sería deseable realizar una pasantía mientras conservo mi trabajo actual y que esa pasantía sea rentada.

Muchas alternativas

El tercer y último criterio son las alternativas. Siempre que tomamos una decisión se nos presentan algunas alternativas, sin embargo, a fin de mejorar las posibilidades de nuestra decisión, podríamos ampliar dichas alternativas. En este caso se trata de explorar la mayor cantidad y variedad de alternativas posibles.

Siguiendo con el ejemplo del cambio de carrera, podría considerar a modo de alternativa y en caso de que no pudiera hacer el cambio, trabajar ad honorem en la nueva profesión.

Nuestro presente es el producto de nuestras elecciones pasadas. Y esas elecciones son, con sus errores y aciertos, el material de aprendizaje indispensable para modelar el presente que queremos.

¿Qué decisiones estas atravesando? ¿Cómo son tus decisiones? ¿Qué resultados estás teniendo?

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