Perseverancia, virtud de emprendedores

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Cuántas veces le pasó que luego de comenzar un Nuevo proyecto con mucha iniciativa y energía, notó que con el correr del tiempo y ante algunas dificultades su energía ya no era la misma y que su visión de futuro respecto de ese tema se tornaba borrosa.

¿Por qué si tenía la visión y la motivación para iniciar el camino no pudo o no supo cómo sostener el esfuerzo hasta concluir el objetivo propuesto?

La perseverancia es la acción que hace referencia a mantenerse constante  en un proyecto ya comenzado, una actitud o una opinión, aun cuando juzguemos que las circunstancias nos resultan adversas.

¿Para qué ocuparnos de la perseverancia? La respuesta está en la frase “persevera y triunfarás”. Empresarios, intelectuales, militares, líderes en sus campos coinciden que en no pocas ocasiones, el éxito en el propósito depende más de la perseverancia que de talentos especiales.

Cuando nos proponemos un resultado elegimos las acciones que nos parecen más adecuadas para alcanzarlo. En el camino hacia el resultado, vamos acumulando errores hasta alcanzarlo. Para alcanzar los resultados a veces repetimos las acciones y otras intentamos acciones nuevas.

Lo que no siempre resulta perceptible es el observador que está siendo ese humano y que a través de sus percepciones define acciones y resultados.

Nuestra percepción está condicionada por nuestra biología, por nuestro lenguaje y por las emociones que nos tienen.

Cuando actuamos muchas veces cometemos errores, que nos generan una multiplicidad de juicios y explicaciones acerca de porque no alcanzamos el resultado en cuestión y quien o que es responsable.

A diferencia de los hechos observables, los cuáles podemos verificar, los juicios no son ni verdaderos ni falsos. Por ejemplo, es un hecho que no sé operar el nuevo sistema, sin embargo es un juicio que  sea difícil  que me cueste más aprender que a otra persona.

Bajo este modelo, la perseverancia implica un juicio de poder (“Yo puedo con esto” o “Yo puedo aprender”).

Para llevarlo al plano personal, podemos hacernos algunas preguntas que nos permitan indagar en nuestra experiencia:

¿Qué juicios estoy haciendo cuando deseo abandonar un objetivo que me había propuesto?

¿Qué fundamento tienen esos juicios? ¿Podemos fundamentar el juicio contrario?

¿Cuáles son los juicios que nos hacen perseverantes?

Si te caes 7 veces, levántate 8 – Proverbio Chino

Ante los resultados adversos, que llamamos errores, la persona con alta autoestima sigue probando, mientras que aquellos que experimentan la frustración, a esos mismos resultados adversos los llamará fracasos.

Otro factor que condiciona al observador que estamos siendo son las emociones.

Las emociones se gatillan a partir de las interpretaciones que hacemos de los llamados errores u obstáculos a los resultados. El proceso de Juicio y Emoción es automático.

Las emociones son predisposiciones para la acción y esto es muy relevante para comprender cómo es que a veces perseveramos y otras no en el camino por un resultado.

Algunas de las emociones que pueden desencadenarse y que pueden resultar obstaculizantes para alcanzar el objetivo son la frustración (“Si esto sigue así me daré por vencido”) y la resignación (“No hay nada que hacer, no se puede”).

Por otra parte y solo como ejemplo algunas emociones posibilitantes para la perseverancia pueden ser el entusiasmo y el optimismo.

Cabe preguntarse, revisando la experiencia personal…

¿En qué estados de ánimo y emociones me encuentro cuando aparecen los errores u obstáculos ante un resultado que me importa?

¿Cuáles son los estados de ánimo y las emociones que me hacen perseverar en mis objetivos?

¿Qué interpretaciones le dan sentido a esas emociones (obstaculizantes) que “nos tienen”?

¿Podemos cuestionar y cambiar esas interpretaciones?

Algunas experiencias relevantes…

Cuando estamos siendo perseverantes no tenemos lugar para la resignación, así lo demuestran las experiencias de personas que a pesar de sucesivas caídas se pusieron de pie una y otra vez hasta alcanzar sus objetivos.

En 1810, Simón Bolívar, un ilustre caballero sin formación militar, se unió a la revolución independentista de la corona española, dirigida por Francisco de Miranda, pero un inevitable fracaso lo obligó a huir y retirarse en el exilio. Dos años después en Cartagena de Indias, la actual Colombia, lanzó un manifiesto que incitaba a un nuevo levantamiento. En 1813 ingresó triunfante a la ciudad de Caracas, pero otra contrarevolución tomó el poder para la corona española, expulsando al caudillo a Jamaica.

En 1816 Bolivar, procedente de Haití, desembarcó en Ocumare de la Costa, Venezuela para iniciar otra guerra revolucionaria que lo llevaría a liberar a su país y posteriormente a llevar la gesta revolucionaria por Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia.

En 1879 Thomas Alva Edison, quien patentó más de mil inventos, empresario y político estadounidense perfeccionó el invento de la bombilla incandescente. Un periodista le preguntó que porqué persistía en construir una bombilla, tras casi 1000 intentos fallidos, Edison, respondió: “No fracasé, sólo descubrí 999 maneras de cómo no hacer una bombilla”.

El 12 de marzo de 1930, Mahatma Gandhi emprendió la manifestación conocida como Marcha de la Sal con vistas a lograr la independencia de la India del Imperio Británico.

Después de un recorrido a pie de 300 kilómetros, llega el 6 de abril de 1930 a la costa del Océano Índico. Avanza dentro del agua y recoge en sus manos un poco  de sal. Por este gesto irrisorio y altamente simbólico, Gandhi alienta a sus compatriotas a violar el monopolio impuesto por el gobierno británico sobre la producción y distribución de sal.

Los independentistas indios, fieles a las recomendaciones de Gandhi, no se resisten a los arrestos violentos de la policía colonial. El mismo Mahatma es detenido y pasa nueve meses en prisión. Este evento llevaría posteriormente a la independencia de La India.

De derrota en derrota hasta la victoria final. – Winston Churchill

Considerando estas experiencias históricas cabe preguntarse ¿Acaso la perseverancia es una competencia que puede enseñarse y aprenderse?

En los tres casos se presentan varios factores en común: en primer lugar hay un problema, necesidad u oportunidad que, desde la perspectiva de los personajes, tiene máxima prioridad y urgencia. segundo una visión clara y movilizante, tercero la resignificación positiva de los errores y dificultades.

Otros elementos que podemos sumar son la competencia de asumir riesgos medidos y finalmente la competencia de aprender de la experiencia.

A partir de aquí me animo a proponer un sendero para explorar. Si creen que vale la pena pueden con su propia exploración corregir este sendero y hacerlo propio. Aquí van, a modo de señales en el sendero de la perseverancia las siguientes instancias.

1.- Diseñar una visión clara y movilizante e involucrarme con ese resultado

2.- Analizar los errores probables en las acciones elegidas

3.- Reevaluar los riesgos

4.- Practicar, practicar, practicar…

5.- Coleccionar errores

6.- Aprender de la experiencia

Aun así estos puntos están lejos de pretender ser una receta. La experiencia más poderosa es la propia y lo que ella nos enseña es que, como dice el poema “se hace camino al andar”

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