La conversación de coaching

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¿Sabemos conversar?

Una conversación de coaching es más que una charla. Conversar es un arte que no se reduce al intercambio de mensajes y es de esas cosas que se dan por obvias. Es que se supone que todos sabemos conversar, aunque en la escuela nunca me lo enseñaron y tuve que aprender por medio de la experiencia. Y en lo personal aprendí la importancia que tienen y lo poderosas que pueden ser las conversaciones.

En las organizaciones en las que trabajo siempre se señala como un lugar común los problemas de comunicación, aunque esta fórmula abarca un sinnúmero de situaciones y problemas que no hacen nada más que oscurecer la comprensión.

¿Es lo mismo comunicación que conversación? La palabra comunicación refiere a compartir y usualmente se sobreentiende que lo que se comparte es información. Conversar, en su sentido etimológico, significa dar vueltas junto con otro.

La comunicación tiene al otro como un destinatario del mensaje, mientras que la conversación requiere de dos actores que en el hablar, el escuchar y el interpretar “dan vueltas”, intercambiando los roles del hablar y el escuchar.

Conversar nos hace humanos

La conversación es el instrumento del coaching por excelencia. Pero una conversación de coaching no sucede solamente en el territorio de las palabras , sino también con el cuerpo. En ella, además, ponemos en juego nuestro mundo emocional. Dicho de otro modo, se conversa desde el hablar, pero también del escuchar, desde los sentimientos, las miradas, las expresiones faciales, los ademanes y hasta los silencios. Desde la interpretación de los mensajes y de cómo estas interpretaciones modelan nuestra conversación en un movimiento permanente.

En una conversación se requiere del “cara a cara” como condición. En ella los hablantes cambian el turno para hablar al ritmo de la propia conversación. Es dinámica y cooperativa, tanto en el tema de conversación como en la intervención de cada una de las partes. El propósito de una conversación es, preferentemente, llegar a consensos.

La tecnología afectó la manera en que conversamos. Con la mediación del teléfono y de los chats y las redes sociales creemos que estamos en contacto, sin embargo es en el conversar cara a cara que se requiere y alcanza otro nivel de compromiso de los interlocutores.

Y es que con la tecnología en la mano estamos conectados con mucha gente, pero estamos presentes para muy pocos. Estar con el foco de atención en el aquí y ahora es otra condición necesaria para una conversación efectiva.

Conversar con conciencia

Cuando conversamos nos ocupamos de un discurso manifiesto “el tema de la conversación”, pero también hay un substrato de toda conversación de la que muchas veces no se habla, como ser la autoestima, el criterio de justicia, la imagen pública que se pretende sostener, etc.

El conversar consciente requiere de ciertas condiciones, como estar presente en la conversación, el respeto por el otro y la confianza mutua. Cuando conversamos desde el respeto y la aceptación nos reconocemos el uno al otro como personas libres, inteligentes y confiables. De aquí que el lenguaje de las conversaciones no solo nos permitirá describir el mundo (la realidad) que habitamos, sino también crear y recrear esa realidad.

Las relaciones que logramos con las personas de nuestro entorno son las consecuencias de la calidad de las conversaciones que tenemos con ellos, y con nosotros mismos respecto de ellos. De aquí que no sea menor la importancia de aprender a conversar y de elegir las conversaciones que necesitamos tener con aquellas personas y en aquellos dominios de la vida en los que no somos felices o en los cuales creemos que no somos efectivos.

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Las organizaciones como redes de conversaciones

Habitualmente pensamos que una organización está formada por los procesos  que hacen a sus objetivos, o su estructura jerárquica. Pero raramente pensamos la organización como una red conversacional.

Puede haber empresas, por ejemplo, que producen lo mismo y tienen procesos bastante similares, pero que tienen resultados muy diferentes y dinámicas culturales distintas.

Lo que distingue a una organización de otra, además de sus diferenciales de negocio es la forma en que sus miembros conversan entre sí. De qué conversan, cómo conversan, de qué no conversan, con quiénes conversan… Las conversaciones construyen una identidad en común, un nosotros desde el que se mira la realidad con interpretaciones y estados de ánimo más o menos colectivos.

Entre otras cosas, en una organización se conversa para coordinar objetivos y acciones, para aprender y procesar errores, para estrechar los lazos humanos y coordinarse como equipo. Y en la dinámica de las conversaciones modifican el entorno en el que opera la organización, se transforma la organización misma y se modifican internamente las personas que las constituyen.

El coaching sirve de faro para caminar por las conversaciones de manera inteligente, abierta, liviana y propositiva.

El coaching y sus distinciones

En otras palabras, todo lo que se hace en una organización, como planificar, vender, negociar, innovar, trabajar en equipo, etc., requiere de conversaciones.

En la conversación de coaching, el coach pone a disposición de las personas coacheadas un conjunto de herramientas comunicativas que permiten hacer distinciones. Con estas distinciones se puede diferenciar entre formas alternativas de hacer, para lograr los resultados que se esperan.

Aprender a gestionar compromisos, realizar reclamos productivos, hacer preguntas inteligentes, escuchar con apertura mental, indagar en nuestros pensamientos identificando los juicios y sus consecuencias, etc, etc, son algunos de los recursos que provee el coaching para conversar “despiertos” y explotar el poder transformador que tienen las conversaciones.

Al fin y al cabo la conversación de coaching permite recuperar la densidad que alguna vez supieron tener las conversaciones, las cuales a veces no tenemos el valor de retomar. A causa de que vamos demasiado rápido, o bien porque no queremos enfrentar las consecuencias de tener esa conversación. Tal vez podamos empezar con nosotros mismos y reflexionar acerca de nuestros resultados, nuestras relaciones y nuestros objetivos, solo necesitamos un lugar apropiado, sin distracciones y unos minutos de soledad.

Por supuesto que el coaching también puede ser un espejo en el que mirarse y desafiarse a cambiar. Se trata de mirar el mundo con ojos nuevos, una mochila liviana y mucha curiosidad para explorar nuevas posibilidades.

Para ponerte en acción te comparto algunas preguntas para explorar:

  • ¿Con quiénes sentís que no estás pudiendo conversar?
  • ¿Qué tipo de conversación te está faltando tener?
  • ¿Cuáles son las consecuencias que podría tener esta conversación en tu efectividad profesional y en tu felicidad personal?
  • ¿Qué necesitás para prepararte para esa conversación?
  • Quién podría ayudarte con esto?

En resumen, nada que perder y todo para ganar. Y vos ¿Te animás a tomar una conversación de coaching? Seguime en https://gabrielghignone.com

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