¿Realmente sabes que es sexualidad?

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SEXO…

Cerra los ojos por 30 segundos y volvé sobre la palabra.

SEXO… ¿Qué imaginaste?¿Cuales fueron las primeras representaciones visuales que vinieron a tu mente? ¿Cuáles fueron tus primeras sensaciones? ¿Qué experiencias recordó tu piel? ¿Qué significa la palabra para vos? ¿Qué uso y práctica haces del sexo? Estos, entre otros interrogantes, intentaremos dilucidar en este capítulo. Sin duda, sexo es una palabra peculiar, especial, de usos cargados de connotaciones de todo tipo, pero ¿Qué significa y cómo se diferencia el término sexo de sexualidad? La palabra sexo designa muchas cosas, quizá muchas más de las que se imaginan; la palabra sexualidad indica los aspectos del sexo. El sexo es puramente biológico, las personas nacen como macho-hembra o intersexuales. El comportamiento sexual se refiere a las prácticas en sí, es decir tocarse a sí mismo o a otra persona en maneras que estimulen los sentimientos sexuales y el placer, incluyendo muchas formas de tocar que pueden ir desde agarrar de las manos o masaje hasta la masturbación o el coito (vaginal/oral/anal). La sexualidad cambia y crece a lo largo de nuestras vi – das y se refiere a quienes somos. La sexualidad incluye comportamientos sexuales, las relaciones sexuales, la intimidad; cómo elegimos expresarnos y relacionarnos con un otro, la orientación sexual, nuestros valores, actitudes y creencias, cómo nos sentimos con respecto a la manera en que nos vemos y vemos a los demás, quiénes somos como persona, la forma en que tratamos a los demás, etcétera. El sexo se divide en tres grandes aspectos: «El sexo que se tiene» Este uso se refiere a los genitales de una persona y tiene que ver con aquellas características biológicas (pene, vagina, hormonas…) que determinan lo que es un macho o una hembra en la especie humana y que corresponde al sexo con el que se nació, determinado por cromosomas, genitales, hormonas y gónadas. Puede ser femenino (cromosomas XX, ovarios, genitales femeninos…), masculino (cromosomas XY, testículos, genitales masculinos…) o intersexual (mezcla de cromosomas, genitales o similares). «El sexo que se hace» Este uso de la palabra sexo se refiere a las situaciones de encuentro íntimo con otra u otras personas. La relación sexual es el conjunto de comportamientos eróticos y prácticas sexuales que realizan dos o más seres de distinto sexo o del mismo. «El sexo que se es» Esta expresión es la que da sentido a la Sexología, ya que se refiere a la identidad sexual, a que somos seres sexuados, sirviéndonos de ese «sexo» como un diferenciador, una potentísima fuente de diversidad. La sexualidad está distribuida en tres vertientes principales: biológica, psicológica y social, que se interrelacionan entre sí. No es posible considerar de forma aislada estos aspectos fundamentales de la sexualidad puesto que perdería su sentido. Su unidad biopsicosocial implica una configuración hacia lo sexual que favorece el desarrollo de la personalidad.

La sexualidad desde lo biológico : Es el aspecto puramente genital, es decir, los órganos sexuales por excelencia. Sin embargo, esta, por sí sola, es una visión muy reduccionista que no tiene en cuenta el esquema corporal como una unidad. La integración del cuerpo en su totalidad dentro de la sexualidad permite entender que somos seres sexuados desde que nacemos hasta que morimos. Cuando solo se atiende a la parte biológica de la sexualidad, nos estamos centrando en el sexo, a través de los genitales y en la reproducción como finalidad. El aspecto biológico de la sexualidad es posible ampliarlo y darle así un mayor sentido cuando se interrelaciona con los demás factores implicados. Parcializar el cuerpo, indicar solo ciertas funciones, supone negar el placer de conocer y de comunicarnos correctamente con los demás. La sexualidad desde lo social En cada cultura existen creencias acerca de la sexualidad que varían dependiendo del contexto histórico, estas creencias influyen en cómo actuamos. Las influencias políticas , religiosas y culturales de cada sociedad regulan, de alguna manera, las normas de lo que es adecuado y de lo que se supone no lo es. Esto ha dado lugar a muchas limitaciones en el plano sexual mediante lo que se considera normal. Como seres sociales que somos, muchos miedos que tenemos forman parte de intentar no sentirnos rechazados, aislados y raros, para ello, acatamos y transmitimos mediante la comunicación los mensajes que hemos interiorizado, convirtiéndolos en valores y normas de conducta. Tomar conciencia de cuáles son estas conductas y actitudes que hemos interiorizado sin cuestionarlas, nos puede ayudar a adaptarlas o modificarlas. Esto supone romper con las limitaciones y creencias erróneas que han sido impuestas en nuestro proceso de socialización para vivir la sexualidad como algo positivo que es diferente para cada persona. Cada individuo debería ser libre de decidir y elegir cómo vivir y disfrutar su propia sexualidad, siendo los únicos límites la mayoría de edad, la libertad de decidir si desea realizar alguna práctica o no y la elección de con quién se relacionará, estando ambos individuos o más en iguales condiciones tanto cognitivas (entender lo que está haciendo) como electiva (elegir libremente que y con quien). Es decir que la dimensión social tiene mucho que ver con nuestra erótica, a través de conductas aprendidas y la adquisición de diversas costumbres y ritos La sexualidad desde lo psicológico El factor psicológico implicado en la sexualidad se caracteriza por los pensamientos, fantasías, actitudes y tendencias. Tiene que ver con cómo nos sentimos, tanto con nosotros mismos, como con los demás. Teniendo en cuenta las emociones, sentimientos, placer y pensamiento fruto de la experiencia y la adquisición de conocimientos. Desde que nacemos, adquirimos una visión individual de cómo experimentamos y vivimos la sexualidad; este significado único y personal variará en cada etapa de nuestras vidas siendo y sintiéndose de forma diferente; puesto que las emociones que se despiertan en nosotros en cada etapa de la vida son diferentes, aunque la situación sea la misma. Por ello, cada persona tiene una forma diferente de experimentar placer, ya que lo que a unas personas les produce placer, a otras les provoca desagrado. Atender a este aspecto, supone un conocimiento propio acerca de lo que se siente y de lo que se quiere; responsabilizándonos de ello y podemos compartirlo, o no, en la relación con otra u otras personas. La sobregenitalización de las relaciones sexuales El sexo tiene dos componentes, a veces separados y a veces muy unidos, uno es fisiológico en cuanto a la formación de un nuevo ser, y el otro, emocional en cuanto a la expresión de la pasión y del afecto entre dos personas. Sin embargo, estos dos aspectos se ven empobrecidos debido a la sobregenitalización de las relaciones sexuales; en gran parte, a causa de las influencias sociales y religiosas de nuestra cultura. Lo que nos conduce, a su vez, a un excesivo protagonismo de la penetración y a que se obvien o des – conozcan otras muchas conductas igualmente placenteras. Voy a pedirte nuevamente que cierres los ojos por 30 segundos y que pienses en ¿Qué es lo que entendés por relaciones sexuales? Probablemente te encuentres pensando en la penetración y específicamente e implícitamente quizá pienses en la penetración vaginal. No te preocupes, el 90% (sobre todo del mundo occidental) de las personas pensaría exactamente lo mismo. Pero, ¿por qué? ¿Qué hace que la mayoría de la gen – te asocie las palabras «relaciones sexuales» con una práctica tan concreta como la penetración vaginal? Veámoslo: Las ideas acerca de las relaciones íntimas suelen estar muy contaminadas por muchas influencias sociales, además de la cultura y la religión también están el cine, algunos medios gráficos y digitales (páginas dudosas que no citan fuentes) y la TV son los responsables de habernos enseñado que los genitales son la única forma de relacionarnos para obtener verdadero placer. En esto también tiene muchísimo que ver el porno ya que esta industria ha acentuado esta sobregenitalización de las relaciones eróticas; en el porno se dan ciertas dinámicas, tiempos, formas, tamaños y actitudes que no son, en absoluto, representativas de lo que sucede en la realidad, pero nos detendremos más en el porno en un capítulo aparte. El punto es que, si nos dejamos llevar por estas influencias y no las cuestionamos, muy probablemente viviremos nuestras relaciones íntimas con mucha frustración. Tengamos presente que las relaciones basadas en la penetración no son el culmen o el objetivo de toda interacción íntima. Ahora bien, los genitales, tanto masculinos como femeninos, pueden fallar de muchas formas, debido a muchas causas y situaciones tanto físicas como emocionales, pero pueden fallar ¿Qué ocurre si fallan? ¿Se acaba la relación erótica? ¿Son tan frágiles, nuestras relaciones eróticas que dependen exclusivamente de nuestros genitales? No, por supuesto que no, pero la sobregenitalización de las relaciones sexuales junto con la creencia popular nos indica que sí y ello produce todo tipo de malentendidos y dificultades. Supongamos que tu pareja (hombre en este caso hipotético) durante una relación erótica pierde total o parcialmente la erección, ¿a qué se lo atribuirías? Quizá atribuyas esta pérdida de erección a que no existe un deseo erótico hacia vos, o al menos, no lo suficiente; lo que nos habla de la sobredimensión de la respuesta genital, ya que se atribuye más validez al comportamiento genital que incluso al propio testimonio de la persona acerca del deseo o la excitación que está teniendo. Cuando nos centramos en una sola práctica erótica, menospreciamos el resto reduciendo nuestra sexualidad a la genitalidad, al hacerlo, estamos cerrándonos a experimentar sensaciones desconocidas que pueden hacernos sentir placeres tanto o más intensos que la penetración. Es total – mente erróneo que tanto hombres como mujeres queramos y/o necesitemos siempre tener relaciones que concluyan en la penetración habiendo un abanico tan amplio de sensaciones eróticas. Lo ideal es que obtengamos el nivel de autoconocimiento adecuado para disfrutar de todos los placeres de las relaciones eróticas, con la intensidad que tenga, duren lo que duren o sean como sean. Debemos ser conscientes, además, de que, así como las relaciones sexuales no solo ocurren en el dormitorio, tener sexo no es solo penetrar o llegar al orgasmo. Se suele creer, erróneamente, que si ambos integrantes de la pareja no llegan juntos al clímax o no hay penetración entonces la relación sexual no cuenta; esta es sin dudas una perspectiva del placer sexual muy limitada. También debemos incluir los besos, las caricias, tocar, degustar, entre muchas otras, en otras palabras, disfrutar del encuentro sexual incluye utilizar todos nuestros sentidos y recursos, pero para ello es imprescindible conocerlos, ya sea los propios como los del otr@.Hasta ahora se ha entendido al placer sexual humano desde una perspectiva masculina fundamentada en el coito, el deseo sexual de la mujer continúa, en cierta forma, siendo un tabú. Muchas mujeres no saben aún que, a diferencia de los hombres, su sexualidad no depende tanto de los genitales sino de los signos del amor. Muchos hombres ignoran que el erotismo en la mujer presenta diferencias radicales con su masculina forma de tener sexo. Por una cuestión cultural, una gran parte de los hombres no tiene libertad sexual ya que viven esclavizados a los mandatos de su pene y una gran parte de las mujeres hemos sido educadas sin contar con modelos fuertes que nos permitan formarnos una idea clara sobre la mejor manera de vivir nuestra propia sexualidad Personalmente pienso que un hombre con educación sexual es aquel que conoce los procesos fisiológicos y emocionales de su compañera y se muestra capaz de entender y respetar sus tiempos y una mujer con educación sexual es aquella que conoce los profesos fisiológicos y emocionales de su compañero y se muestra capaz de entender y respetar sus tiempos. 

Tomado del libro: El Erotismo como metáfora de la sexualidad prohibida.

Clr. Roxana Inverso 

 

 

 

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